Nombrar a alguien por su nombre es mucho más que un gesto: es reconocer su existencia, su importancia, su lugar en nuestras vidas. Escribir ese nombre, soñarlo, imaginar momentos y lugares compartidos… y, de pronto, la vida toma un rumbo inesperado. Ese ser tan deseado y amado ya no estará con nosotros en esta vida, al menos no de la manera que esperábamos.
Tal vez algunos lo habéis podido ver unos instantes, quizás acompañado durante breves minutos o días. Pero el tiempo se detuvo, y con ello, los sueños y anhelos que lo rodeaban. No podremos disfrutar de su presencia, ni él de la nuestra.
Con una imagen sellamos para siempre su llegada, convirtiéndola en parte de nuestra historia.
Una imagen vale más que mil palabras, y nuestra vida se construye de recuerdos que guardamos con el corazón.
Validemos y honremos a esas almas que decidieron marchar antes de tiempo. Hagamos de su recuerdo un legado eterno, un homenaje lleno de amor y significado.